Recién regrese de una salida con mis
compañeros de escuela. Típica reunión donde todos hablan de sus planes, de sus
estudios, y en fin se actualiza cada cual. Decidimos irnos en el menor numero
de carros por aquello de estar mas unidos. Cuando comenzaron las tan
inevitables anécdotas de cómo nos han ido los últimos cinco años fue que comencé
a sentir este sentimiento del que les quiero hablar. Anteriormente me negaba a
aceptar que el final estaría cerca, sin embargo fue hoy que realice que sería
una de las ultimas veces donde tantos – entiéndase como unas 15 personas –
compartiríamos juntos en una misma mesa. Muchos de ellos están a punto de
graduarse, otros planean sus escuelas graduadas e incluso otros, sus empleos. Comenzamos la noche con el siguiente
comentario: “Mientras mas cerca veo los treinta, mas lejos veo el matrimonio”.
Fue sumamente jocoso cuando se dijo pero yo vi a un grupo donde la mayoría
estamos solteros y a la verdad – y me tomo el atrevimiento de decirlo - le
tenemos pánico a las relaciones. Mis amigos – incluyéndome- sufrimos este mal
conocido como apego. Nos rehusamos a separarnos porque el en fondo solo
nosotros nos entendemos y nos conocemos tanto.
Hoy este sentimiento tomó un giro
inesperado, como cuando cada cual dobló en una dirección opuesta al montarse en
sus respectivos vehículos. Me duele reconocer que los cambios nos causan temor
pero a su vez nos inspiran a madurar. Cada uno de mis amigos representa un
pedacito muy importante dentro de mi corazón. Ya no será lo mismo, hemos
crecido. Recuerdo cuando no existían tales preocupaciones y lo único que existía
era la escuela, la familia y ustedes. Los quiero desde lo mas profundo de mi corazón.
Dios no me brindó la oportunidad de tener mas de un hermano, pero con ustedes
he ganado unos cuantos.
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