15 de febrero de 2012

Del otro lado de la verja

             Del otro lado me dicen que los hombres son robustos, de cabellos dorados y miradas penetrantes. Cada día de camino al apartamento me detengo unos segundos a mirar la cerca que divide mi casa de estos seres tan misteriosos. Entre cada orificio de la cerca trato de mirar el otro lado; ese lado que dicen es mejor que del lado en que me encuentro. Me he cuestionado ese concepto de aquí y allá porque la verdad nunca he estado del otro lado.    Me dicen que estos hombres de traje a menudo salen; en especial por las mañanas. 
         Al cabo de unos días, por fin encontré uno de esos hombres de uniforme. Tenia una mirada penetrante y su piel rosada como esos que vienen del Norte. Mientras tanto sigo aquí viéndolos con sus vidas organizadas con su césped cortado, sus carreteras limpias y su cordialidad. Aún cuando podemos definirlos tan perfectos, no estoy segura si me gustaría vivir del otro lado de la verja. Los puertorriqueños hemos emulado mucho de ellos pero triste por demás que solo han sido pequeños detalles. El estadounidense- porque no son gringos, no vienen de otro mundo y tampoco son americanos porque americanos somos todos los que en América vivimos- se siente libre porque ellos son libres. Puerto Rico vive a riendas de ellos como una solitaria en el estómago de un humano. Necesitamos reforzar nuestra identidad. El día que aprendamos a ser libres será el día que nos podremos llamar puertorriqueños. Porque americanos... somos todos.

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