11 de diciembre de 2011

El mejor papá del mundo

      Desde pequeña nunca fui normal. Desde que tengo uso de razón en mi familia ha existido una condición genética ligada al cromosoma X mitocondrial que tiene la capacidad de arrebatarle la vista a algunos miembros varones, entre ellos mi padre. Recuerdo que desde que tengo cuatro años aprendí a salir a la calle, cruzar carreteras llegar a un lugar sin perderme de la primera vez y velar tanto por la seguridad de mi padre como la mía.
      Tengo muy frescos cada memoria de cómo mis amigos siempre me decían todo lo que hacían con sus padres y en mi interior como me consumía saber que eran detalles que nunca podría tener con el mío. Fueron años muy tristes y a estas alturas de mi vida, reconozco que fue lo que me hizo madurar a tan temprana edad. Siempre he sido muy independiente y eso se lo debo a mi padre. Nunca olvidaré cuando teníamos que caminar hasta el supermercado o cuando sencillamente me sentaba en la plaza pública del pueblo de Arecibo para contarte todo lo que ocurría a nuestro alrededor. Gracias a ti aprendí a agudizar mi oído y sin tener que ver podía escuchar varias conversaciones simultáneamente. Se pasaba bien, era divertido.
       En el día de ayer observé un video de una chica que sufría por su padre sordo mudo. Ella le reclamaba porque el jamás la podría oír. Fue entonces cuando colapse, mis lágrimas no se pudieron contener y lloré por varios minutos. Mis compañeros de estudio no entendían lo que sucedía, claro, ellos no tienen la menor idea de lo que sucede con mi papá. Recuerdo que les dije: “este video esta brutal, tienen que verlo”. Al ver que aún no entendían porque lloraba con tanto sentimiento no pude evitar decirles: “mi papá es ciego". En ese preciso momento pensé en tantos momentos, recuerdos y sentimientos que honestamente me tocan de una manera muy cercana. Mi padre es inspiración pura.  Es un hombre que trabaja, que cocina e incluso que limpia toda su casa; todo eso sin poder ver ni una sombra al menos.
       En fin, a diario veo y escucho a muchos quejarse por tonterías y admito que me da coraje. Las personas no saben apreciar la sencillez de la vida y se complican con detalles insignificantes y pasajeros que no requieren ni merecen tanta atención. La vida es una, llena de emociones, felicidades, tristezas y hay que vivirla. Tenemos que amar, tenemos que respetar y sobre todo debemos valorar esos pequeños detalles como poder levantarnos cada mañana, poder caminar, poder comunicarnos y sobre todo y lo mas importante para mi este día: la posibilidad de ver el sol salir cada mañana, poder ver a tus seres queridos a los ojos y decirles lo mucho que los amas.
            

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