6 de agosto de 2011

Lo que ocurrió un martes cualquiera


Como todos los días de la semana, uno detrás de otro llegaba el martes. Recuerdo que tenía 12 años, 5 meses y 11 días. Me encontraba en la escuela, cursaba mi séptimo grado. Podrá sonar irónico pero yo recuerdo exactamente todo lo que hice ese día. Hoy luego de 10 años, me encontraba con mi padre en una cita médica. Mi padre suele hacer el tipo de preguntas que nadie sabe contestar y de repente, muy peculiarmente me preguntó: ¿Recuerdas que hiciste el martes de la semana pasada? Tuve que reírme y decirle que yo no tenia remota idea, pero seguramente mi agenda si.
Debo admitir que carezco de amnesia repentina y muy pocas veces recuerdo esos pequeños detalles como la comida que comí, las personas que veo a diario o simplemente las rutas de tránsito. En unos segundos me dice: ¿Recordarás el segundo martes del mes de septiembre hace 10 años atrás? Me tomó unos minutos esta vez. Comencé el conteo y recordé ese día que se que muchos de ustedes también han de recordar. Mi padre se refería al 11 de septiembre de 2001, un día muy difícil en la historia de los Estados Unidos de América.
Recuerdo cada detalle de ese día. Eran las seis de la mañana, mi madre tumbaba mi puerta a palmazos para que me levantara. Como todo martes u otro día de la semana, desee que fuese viernes o simplemente no ir a la escuela. Nunca fui fanática de ir a tomar el pan de la enseñanza. Soy del tipo que prefiere la educación en el exterior. El desayuno no era muy variado, aunque siempre había cereal con leche para matar el hambre. Eran las 7:30 am., caminé hacia mi primera clase. Desafortunadamente a diez años de este evento no recuerdo que aprendí durante ese primer período. Sin embargo, en quizás poco menos de una hora viviría un evento histórico, de esos que solo vivimos una vez en la vida; un día que marco nuestra historia para siempre. Este día fue uno de esos que hacen cambiar los libros de historia.
 Salí del salón, camine hacia la escalera y subí al segundo piso. Si recuerdo que iba a mi clase de inglés. Irónicamente aprendía el idioma principal de una nación que no es la mía. Al cabo de unos minutos, se detiene en el marco de la puerta una maestra, recuerdo que utilizaba lentes, tenía ropa color azul, era color café y tenia un acento muy curioso. Ella sujeto el marco con ambas manos y vociferó: “Estados Unidos colapso”. Les debo admitir que fue un tanto gracioso porque a mi edad, creatividad e imaginación, solo tome las palabras tal cual e imaginé literalmente un país partiéndose en dos. Claro que fue solo unos segundos ya que mi maestra tenía un televisor en su salón y rápido pidió que lo encendieran. Lo siguiente fue sentarnos en un círculo alrededor de ella y esperar  noticias.
El resto de la historia la conocen. Pero lo que no saben es que yo descubrí muchos años después que por mera casualidad de la vida, un mes antes de estos eventos yo visite Nueva York y justo me antoje de una foto que mirara hacia la ciudad. En la fotografía se ven claramente las dos torres, gemelas, idénticas, pareciera que se hablaran entre ellas. Una y la otra mirándose fijamente y susurrándose al oído: “hermana, pronto vendrán momentos difíciles pero recuerda que yo siempre he estado aquí para apoyarte”.
Las fotografías nos permiten enmarcar un momento en la vida para recordar siempre. Sin embargo, la foto representa lo que fuimos antes de ese día que nunca olvidaremos. El día que todos y cada uno de los ciudadanos del mundo recordarán por siempre.  Ese día, el planeta perdió a un sin número de héroes víctimas de conflictos que sencillamente están fuera del alcance de la población; conflictos que respectan a naciones y por la tiranía y la lucha insaciable por el poder es que obtenemos estos resultados. Ese es el verdadero pan nuestro de cada día.  Así como la hermana gemela nunca abandonó a su hermana, es necesario nunca olvidar que vivimos en un solo planeta. Que compartimos el mismo aire, suelo y alimento.
Hoy no es martes, hoy es viernes. Es el día que más me gusta en la semana. El día que aprendo lo que la escuela no me enseña. Hoy es un día que aprendo a ser humana. 

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